Mención especial a lo que hoy sin duda es emblema y signo de identidad de la Semana Santa rafaleña la popular “Graná”. Posiblemente su origen sea la procesión de las aleluyas que se celebran en otros pueblos para conmemorar la resurrección de Jesucristo, pero en esta localidad adquiere unos tintes particulares que la hacen no tener igual.
Fue la “Tía Corra” quien tuvo la idea de cumplimentar la Semana de Pasión con un acto que simbolizara el poder de la resurrección. Así, y tal vez bajo la influencia de los que se hacía en otros lugares, mandó construir una “graná” de cartón piedra que encerrara en su interior papelillos de colores, pétalos de flores e incluso blancas palomas.
Suspendida de un arco, también construido al efecto y colocado en el centro de la Calle Mayor, a espaldas de la iglesia, la “graná” sería abierta y liberados sus frutos al amanecer del domingo, cuando la madre desconsolada, “la Virgen del Rosario” cubierta con negro manto y escoltada por mujeres del pueblo, viese a su hijo resucitado, “el Santísimo” bajo palio y acompañado por los hombres.
Este encuentro tiene lugar en el arco bajo la “graná” y precedido de una ceremonial reverencial. La “Tía Corra”, que no tenía hijos, reservó para las familias de sus sobrinos el honor de llevar a cabo la ceremonia. La familia de Trinitario Seva se encargaba de preceder a la Virgen en su desconsuelo portando una bandera blanca y en reverencia ante el palio que cubría al “Santísimo”, la familia de “los Gasparos” se ocupaban de retirar el manto a la Virgen. Ante la vista de su hijo amado abrían la “graná”, desde donde se esparcían los colores de pétalos y flores y las palomas con su vuelo proclamaban la resurrección de Jesús por toda la Vega.